martes, 21 de diciembre de 2010

La llegada de un hermanito (parte 1)

¿Cómo debo manejar esta situación durante el embarazo?


-          Elige el momento adecuado para informarle de su nuevo hermanito: Durante el embarazo, la forma de explicarle la llegada de un hermanito va a depender de su edad y grado de maduración. El momento de comentarlo también será una decisión personal, muchos prefieren informarlo desde el momento que se enteran del embarazo y otros, más precavidos esperan finalizar el primer trimestre.

-          Explicarle qué es lo que va a suceder “adaptándonos a su nivel” de comprensión y a su visión de la realidad le explicaremos algunas de las consecuencias directas que va a tener la llegada de un nuevo hermanito sobre su vida, tanto las positivas, como las “negativas”: cambio de cuarto, compartir las cosas, ayudar a mamá y a papá, tener nuevos juguetes, hacer de hermano mayor…

-          Explícale claramente todas las inquietudes que tenga: Las preguntas de curiosidad de en qué consiste un embarazo deberán explicarse de acuerdo a la edad y maduración del niño, pero nunca menosprecies sus inquietudes acerca de cómo se desarrolla el bebé intraútero, tratando de buscar los términos que el pueda comprender.

-           Lo ideal sería poder preparar al mayor (a partir de los dos años es capaz de entender) para comprender los cambios que van a modificar tu cuerpo durante el embarazo  y explicarle, recurriendo a sus viejas fotografías o a ejemplos concretos de niños recién nacidos, quién es el objeto de una espera tan intensa, qué representará para él y con qué función se introducirá en su vida.

-          Relaciona el momento del nacimiento con eventos futuros: Para los más pequeños la idea de tener que esperar nueve meses para poder verlo a veces es muy difícil de comprender, es preferible relacionar el momento del nacimiento con las estaciones del año. Por ejemplo: Nacerá en la época de la Navidad, cuando llegue Papá Noel, o cuando haga mucho frío y no podamos salir a pasear todos los días.

-          Explícale el mundo de los recién nacidos: Si al niño le interesa saber más sobre recién nacidos, inventa juegos relacionados con ellos o cuéntale cuentos de bebés, muéstrale fotos de cuando el era un bebé, y llévalo a visitar amigos o parientes que tengan un recién nacido en casa, para que vea cómo se alimentan y cuánto duermen en los primeros meses.

-          Hacer los cambios necesarios en la casa antes de que nazca, de manera que el niño pueda colaborar y participar en ellos, reforzándole cuando lo haga: preparar las cosas para el bebé, ordenar los armarios, cambios en la habitación, etc…

-          Si el niño necesita ser cambiado de habitación, lo haremos meses antes ya que así no asociará el cambio a la llegada del bebé y no le culpará. Nos ocuparemos de poner una habitación nueva, bonita y atrayente para que el cambio no le resulte un trauma o se niegue. Compraremos pósters de sus héroes favoritos y un nuevo edredón, así sentirá que él también se beneficia de su nuevo hermano.

-          Aprovechar para hablarle al niño de la etapa en la que él fue un bebé, y cómo durmió en la misma cunita, y como mamá y papá prepararon las cosas con tanta ilusión para él como ahora hacen para su hermanito. Podemos enseñarles fotos de cuando era bebé y su ropa, para que se identifique y entienda que él también fue pequeño un día.
 Recordar y compartir anécdotas de su nacimiento y primeros meses; advertir sus logros y crecimientos puede ayudarlos a seguir construyendo su propio espacio en la estructura familiar. A los niños les gusta confirmar que fueron tan queridos y se les dio tanta atención como ahora a su hermanito.

-          Pregúntale qué es lo que espera de su hermanito: Muchas veces piensan que a partir del momento de nacer será su compañero de juegos y se desilusionan al verlo dormir durante 20 horas al día.
Todos los padres explican a sus hijos que tener un hermanito pequeño es más divertido, que hace mucha compañía, que se puede jugar con él…
Pero al niño de cuatro años que busca la satisfacción inmediata de sus deseos le costará imaginar cómo ese bebé que sólo come y duerme, puede convertirse en un compañero de juegos. Aprovecha cualquier oportunidad lúdica en la que puedan participar los dos hermanos para favorecer las interacciones.
En muchos de los juegos que realizan los adultos con el bebé pequeño, se puede dar cabida al hermano mayor: por ejemplo contando cuentos en los que aparezcan dos hermanos; o facilitando que el hermano mayor haga algún regalo al pequeño cuando necesitéis comprar algo para éste.

-           Explícale con anticipación quién lo cuidará el día del parto: Como los bebés nunca nacen cuando uno los espera, es importante que tu hijo sepa de antemano quién estará con él el día que tengas que internarte para el parto. Es una de las preguntas más frecuentes la de saber quién los cuidará durante tu internación.

-          No conviene abusar del empleo de terceras personas para cuidar al hermano mayor, justo en este momento lo interpretará como un abandono (cuando haya hermanos mayores esta sensación de desapego será menor).

-          Por último lo más obvio y lo más complicado: evitar que toda vuestra vida gire en torno a la llegada del nuevo hermanito.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Besos y mordiscos

Las emociones nos mueven para facilitarnos la vida. El miedo nos hace alejar de lo que tememos o nos ayuda a prepararnos y a estar alerta frente a una situación peligrosa. El enojo es la emoción que tenemos cuando nos sentimos frustrados, cuando creemos que se han traspasado nuestros límites. El enojo nos lleva a agredir para defendernos. Aquel comportamiento agresivo que fue tan útil a nuestros antepasados para defenderse de los ataques de los depredadores, ahora no nos permite socializarnos. A lo largo de los años hemos desarrollado otras respuestas alternativas: decimos no, marchamos, nos quejamos... Para aprender no obstante, necesitamos tiempo, un entorno que nos enseñe y una maduración de nuestro sistema nervioso.

Mientras pasa todo esto en nuestros cerebros, curso tras curso y en todas las escuelas infantiles, alrededor del año, los niños muerden, de hecho muerden, comen con las manos o torpemente con la cuchara y hacen pipí en los pañales. Cuando hayan aprendido otras habilidades ya las pondrán en práctica, pero mientras no sea así, las educadoras se verán en la difícil situación de explicar a aquel padre o madre qué ha sido el mordisco escandaloso que se ha marcado en la cara del niño. O bien comentar a unos padres, empujadas a medias por la presión de los padres que su hijo o su hija hace unos días que muerde.

Ellas saben muy bien qué hacer. Conocen a la perfección los mecanismos de aprendizaje de sus niños. Algunas dirán "No" con tono afectivo pero decidido, y apartarán al niño hacia otro lugar. Otras le explicarán que eso duele. O quizás le apartarán sin mirarlo directamente y evitarán así el intento de llamar la atención tenga éxito. Le enseñarán a reclamarla de otra manera. En muchos casos podrán evitarlo distrayéndolo con canciones o juegos. En alguna escuela se habrán preocupado de disponer de aquellos objetos que permitirán descargar la tensión acumulada por todo lo que vive tan intensamente. En muchos equipos las maestras se tranquilizarán compartiéndolo con las compañeras y después observarán, como por arte de magia, que este "ansiólitico" también tiene un efecto sobre la conducta del niño. Y así con el esfuerzo y la dedicación día a día, los niños que mordían mucho, cuando llegue el cuerso siguiente, habrán cambiado el mordisco por un todavía torpe "¡es mío!". Aún les queda mucho por aprender.

Muchas familias seguirán con más o menos conocimientos o intuición estos pasos y, si todo va como debe, transcurridos unos años encontraremos un adulto maduro emocionalmente reclamando de forma asertiva (educada pero decidida) lo que cree que le corresponde. Si no es así, formará parte de los miles de adultos inmaduros con los que cuenta nuestra "avanzada sociedad" esperando que el mundo gire a su alrededor.
Un mordisco en la mejilla o en el brazo de un hijo genera emociones de todo tipo: pena, rabia, miedo... Es normal y adaptativo. Pero lo que hagamos con estas emociones también servirá de modelo a nuestro hijo. He visto más de un padre reaccionando violentamente ante un hijo que jugaba con una pistola ¿Quién aprende de qué?

Todo esto las educadoras lo saben y, con paciencia, siguen su trabajo día tras día. No obstante, al otro lado de la puerta, el padre o la madre seguirá reclamando más vigilancia (¿guardias de seguridad?), que aparten a los "agresivos" (¿los mandamos al psicólogo?) o qu aíslen a las víctimas para evitar nuevos ataques (¿vitrinas de cristal?).

Socializarse quiere decir estar en contacto con virus, tener que esperar que sea tu turno para comer, dormir con otros ruidos, tener la posibilidad de recibir un mordisco...Pero también quiere decir tener un buen sistema inmunitario, saber esperar, tolerar, compartir, afrontar frustraciones y desarrollar los mecanismos emocionales necesarios para sobrevivir en nuestro mundo actual donde los depredadores tienen nombre de persona.

sábado, 18 de diciembre de 2010

La infancia de tu hijo es un tiempo único

Dale la oportunidad de correr, tocar, ver, explorar, probar,oír y sobre todo aprender.
Confía en las educadoras. Habla con ellas de tus dudas, pero deja que tu hijo viva intensamente esta etapa tan importante.
Comparte alegrías. Dale seguridad. Queremos colaborar para que tu hijo pueda:
- Desarrollar la inteligencia a través del juego
- Intensificar la capacidad de asombro, de maravillarse hasta con las cosas mas simples
- Aumentar su interés por explorar, descubrir, conocer, experimentar, resolver.
- Ser independiente, estar seguro de sí mismo, ser capaz de convivir con otras personas en armonía
- Madurar emocionalmente y aprender a aceptar que los demás, como él, también tienen derechos y deberes.
Siempre mediante actividades, música y juegos, con afecto paciencia y comprensión.
Ayúdalo a descubrir que no desapareces para siempre. vete tranquila/o.
Si llora alguien lo va a consolar. Tu hijo es una persona a la que hay que respetar.
Queremos compartir contigo el aprendizaje del respeto del diálogo, de la disciplina y de la solidaridad.
Disfruta de tu hijo y de este tiempo irrepetible. 
No te sientas culpable: si tu aceptas la separación, el también lo hará.
Son sólo unas horas y tú siempre serás lo más importante.
Escúchale atentamente cuando te hable. Y no te desanimes.
Permite que tu hijo crezca y crece tú con él.
Nosotros, al igual que tú, queremos lo mejor para él.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA PEQUEÑA ORUGA GLOTONA


Este es el mural que hicieron las familias para la representación de la actividad conjunta, quedó genial!!!

lunes, 13 de diciembre de 2010

Los niños necesitan límites ¿cómo educar en disciplina?

Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites, es lo más importante:

1. Debemos tener objetividad
Es frecuente oír de nosotros mismos y de otros padres expresiones como "Pórtate bien", "Sé bueno", o "no hagas eso" Las expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si hacemos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado dice a un niño exactamente lo que debe estar hecho. "Habla bajito en una biblioteca "; "Da de comer al perro ahora": "Agarra mi mano para cruzar la calle". Esta es una forma que puede aumentar substancialmente la relación de complicidad de su hijo.

2. Ofrezca opciones
En muchos casos podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada de decidir como cumplir sus "órdenes". La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: "Es la hora del baño. ¿Lo quieres tomar con la ducha o en la bañera llena?"; "Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje, o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de decir a un niño exactamente lo que hacer.

3. Sean firmes
En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Un límite firme dice a un niño que él debe parar con dicho comportamiento y obedecer a tus deseos inmediatamente. Por ejemplo: "Vete a tu habitación ahora" o "¡Para!, los juguetes no son para tirar". Los límites firmes son mejor aplicados con una voz segura, sin gritos, y una seria mirada en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: "¿Porqué no lleva tus juguetes fuera de aquí?"; "Debes hacer las tareas de la escuela ahora"; " Venga a casa ahora, ¿vale?" e "Yo realmente deseo que te limpies". Esos límites son apropiados para momentos cuando se quiere que el niño actúe en un cierto camino. De cualquier modo, para esas pocas obligaciones "debe estar hecho", serás mejor cómplice de su hijo si les aplica un firme comando. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.

4. Acentúa lo positivo
Los niños son más receptivos en "hacer" a lo que les ordenan. Directivas cómo el "no" o "pare" dicen a un niño que es inaceptable pero no explica qué comportamiento le gustaría en cambio. En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer ("No grite"). Padres autoritarios dan más órdenes "no", mientras los demás están propensos a aplicar el orden con el "hacer".

5. Se mantengan al margen
Cuándo decimos "quiero que te vayas a la cama ahora mismo", estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: "Son las 8, hora de acostarse" y le enseña el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.

6. Explica el porqué
Cuando una persona entiende el motivo de una regla, como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá mas animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño el porqué tiene que obedecer. Entendiendo la razón para el orden ayuda a los niños a que desarrollen valores internos de conducta o comportamiento- una conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifieste la razón en pocas palabras. Por ejemplo: "No muerdas a las personas. Eso les hará daño"; "Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos".

7. Sugiera una alternativa
Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intente indicar una alternativa aceptable. Por hacerlo sonará menos negativo y su hijo se sentirá menos desaventajado. De este modo, te empeñas en decir "no sé si te gustaría mi pintalabios, pero eso es para los labios y no para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel en cambio".

8. Sea seriamente consistente
Una regla puntual para una efectiva puesta del límite es evitar una regla repetitiva. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.

9. Desaprueba la conducta, no el niño
Es necesario que dejemos claro para nuestros hijos que nuestra desaprobación está relacionada a su comportamiento y no directamente a ellos. No les estamos rechazando. Lejos de decir "Niño malo" (desaprobación del niño). Deberíamos decir "No muerdas" (desaprobación de la conducta).

10. Controla las emociones
Los investigadores señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos a sus niños. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma, y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina es básicamente enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con eficacia si usted es extremamente emocional. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es llevar un minuto de calma uno mismo, y después preguntar con calma, "¿que sucedió aquí?". Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más expertos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.

http://www.guiainfantil.com/educacion/comportamiento/limites.htm

miércoles, 1 de diciembre de 2010

CARTA DE UN NIÑ@ A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO

No me grites. Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.

Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos.


Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí(aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.

Cuando te equivoques en algo, admítelo. Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.

No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor,seré yo quién sufra).

Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.

No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa posición.

Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando te cuente un problema no me digas:
"eso no tiene importancia..." porque para mí sí la tiene.

No me digas que haga algo que tú no haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

No me des todo lo que te pido. A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.

Quiéreme y dímelo A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo

martes, 23 de noviembre de 2010

MIEDOS INFANTILES


1.          INTRODUCCIÓN

El sueño es una necesidad fisiológica muy importante para nuestra salud,  invertimos una tercera parte de nuestra vida en dormir. Y es en la infancia cuando el sueño adquiere mayor relevancia, aunque sólo sea porque el bebé pasa la mayor parte del día durmiendo.

Los desórdenes del sueño son muy habituales en la infancia. Generalmente son benignos y pasajeros, pero en ocasiones pueden llegar a alterar de forma importante la vida familiar. Un conocimiento mayor del sueño y el dormir del niño puede ayudaros a prevenir y solucionar muchos de estos problemas.

2.          DESARROLLO DEL SUEÑO EN LA INFANCIA

Al igual que sucede con los adultos, hay niños que necesitan más horas de sueño que otros. A medida que el niño crece la cantidad de horas de sueño se reduce, y cambia su distribución a lo largo del día.
El sueño nocturno va aumentando tanto en duración como en continuidad. Hacia los 3 meses de edad la mayoría de los niños logran dormir de 6 a 8 horas por la noche sin interrupción. Y al año de edad la mayoría de los niños solo tienen una siesta al día.
De todos modos, un 20 % de los niños entre 1 y 2 años continúa despertándose regularmente, y esto sigue ocurriendo en un 15 % de los niños de 3 a 4 años.

          Edad                         Horas de sueño
1 semana
16-17 horas
3 meses
15 horas
6 meses
14 horas
12 meses
13 horas 45 min
18 meses
13 horas 30 min
2 años
13 horas
3 años
12 horas

3.          COMO CREAR EL HÁBITO EN EL SUEÑO

Cuando un niño duerme bien desde el principio todo va como la seda, pero cuando no es así, lo habitual es que sus papás no tengan ni idea de cómo comportarse, de qué hacer, y vayan probando en busca de algo que funcione, cambiando continuamente la rutina, cada día acuestan al niño de una forma diferente y se sienten cansados, frustrados, enfadados...
¿Y qué pasa con el niño? Como siente lo que sienten sus padres, se siente muy inseguro, y no podemos pretender que un niño aprenda el hábito del sueño si no somos capaces de transmitirle la seguridad que necesita para entender que quedarse en la cuna solo y conciliar el sueño por sí mismo es lo más natural del mundo.

Explicación: Tomemos como ejemplo el hábito de la comida: a una edad determinada, ponemos al bebé en una sillita, le ponemos un babero, un plato con el puré y una cuchara. Es decir, utilizamos una serie de elementos externos que asociamos con el acto de comer. Y siempre lo hacemos de la misma forma, ya sea la hora de comer, de cenar, e independientemente de quién le dé la comida. Y el niño va asociando estas señales externas de forma que cuando le sentamos y le ponemos el babero, ya empieza a moverse nervioso aunque todavía no haya visto la comida. Es decir, ha asociado los objetos con la hora de comer. Además, le estamos transmitiendo nuestra actitud, mamá está muy segura de que el puré se toma con cuchara y que la leche se bebe en el vaso o en el biberón. Esta seguridad la percibe su hijo, él también se siente seguro y aprende con naturalidad.
¿Qué pasaría si dudásemos? el primer día pondríamos a comer a  “Manuel” en la sillita, otro día en el orinal, al tercero probamos en la bañera... Si cada vez que le damos de comer cambiamos los elementos que van unidos a ese hábito, haremos que Manuel se sienta inseguro.
Aunque cause risa, cuando nuestro hijo tiene problemas para dormir hay días que lo acostamos en su cuna, otro día en nuestra cama, probamos con sentarlo en su sillita para que se duerma con la tele, lo metemos en el cochecito y lo paseamos...
Por eso, igual que hicimos en su día con el acto de comer, hemos de asociar el acto de dormir con una serie de elementos externos.)

Si dormimos a “Manuel” meciéndole en brazos ¿qué elemento externo asociará a su sueño? El balanceo en los brazos de mamá. ¿Qué ocurrirá cuando se despierte en medio de la noche? Que reclamará aquello que asocia con su sueño para poder volver a dormirse: necesitará que lo acunen para conciliar el sueño... y una mamá o un papá dispuesto a hacerlo.

Es importante saber que cada noche todos tenemos unos pequeños despertares nocturnos que interrumpen el sueño. Tanto en los niños como en los adultos no superan los 30 segundos de duración. Durante ese tiempo reconocemos si la situación ambiental es la misma, nos tapamos si tenemos frío y normalmente cambiamos de posición. Esos despertares no son recordados al día siguiente a no ser que se hayan prolongado por algún motivo.

Si aplicamos esto al sueño infantil, un niño se puede despertar unas cinco veces en una sola noche. Y cuando se despierta espera que todo siga siendo igual que cuando se durmió. Es decir, si se durmió mamando, buscará el pecho, si se durmió en brazos de papá, lo echará de menos...y se asustará porque su entorno ha cambiado.

El niño llora porque la situación con la que se encuentra cuando se despierta en medio de la noche no es la misma que cuando se durmió.
Entonces, si nuestro objetivo es que el niño duerma de un tirón y no nos despierte, debe asociar con el sueño elementos que puedan permanecer toda la noche y que no necesiten de un adulto. Para ello:

-          Es importante que duerma en su cuna y mejor que no se duerma con vuestra presencia porque esperará veros allí cada vez que despierte.

-          Hechas estas dos condiciones podemos darle lo que queramos siempre y cuando no se lo vayamos a quitar durante la noche: su chupete, su osito, su mantita.

Cuando se despierte notará que todo está como siempre: mi osito está aquí, mi chupete también, y volverá a conciliar el sueño sin problemas.

4.          ALGUNOS CONSEJOS

4.1     ALGUNOS CONSEJOS PARA LOS TRES PRIMEROS MESES

Es importante que desde el principio ayudemos al niño a diferenciar entre estar despierto y el sueño. De forma que en los pocos momentos en que no esté durmiendo es mejor que no esté en la cuna, cogerlo, hablarle, jugar con él...

También es positivo ayudarle a diferenciar entre el día y la noche:

-          Cuando duerma de día, no bajéis del todo las persianas, no renunciéis a ver la tele, solo bajad un poquito el volumen.
-          Cuando duerma de noche mejor dejadle a oscuras, es mejor que aprenda a dormir a oscuras desde el principio. Y de noche lo normal es que haya menos ruido.
-          Es importante que de noche esté especialmente cómodo, cambiadle de pañal, comprobad que la cuna no esté fría, que la habitación tenga una temperatura adecuada (entre 20 y 23º).

4.2     A PARTIR DE LOS 3 MESES:

-          Mantener una actitud que denote seguridad para que entienda que quedarse solo en su cuna y conciliar el sueño por sí mismo es lo más natural del mundo.
-          Propiciar que asocie una serie de elementos externos con el hecho de dormir: cuna, osito, chupete...
-          Crear una rutina previa al momento de acostarse y que cada día sea la misma. Así como establecer una hora de irse a la cama. (lo recomendable es sobre las 20-20.30, que es cuando se ha estudiado que aparece el sueño con más facilidad).
-          Con 3 meses ya podéis empezar a distinguir los diferentes tipos de llanto de vuestro bebé. Por eso, desde ahora no os levantéis a cogerlo desde el primer gemido, dadle algo de tiempo para que se vuelva a dormir solo.

4.3     DE LOS 6 MESES EN ADELANTE

Seguiremos con las rutinas: primero un baño relajante, después la cena, seguida de unos minutos haciendo algo agradable con el niño: una nana, un cuento.. y finalmente darle las buenas noches y salir de la habitación. Evitad actividades que puedan sobrexcitar al niño justo antes de irse a la cama, como juegos muy activos. 

A los seis meses puede aparecer la “angustia por separación”, es decir, la resistencia del niño a quedarse solo en la habitación a la hora de dormir. Es aconsejable ofrecerle un juguete (un muñeco) como compañía.

5.          PAUTAS PARA AYUDARLE A DORMIR BIEN

Uno de los momentos más difíciles del día es la hora de acostar a los niños. Es normal que ellos, por cualquier motivo, se resistan a dormirse. O porque desean estar más tiempo con sus padres, o con los hermanos, o viendo la tele, o charlando y contando historias, etc. Por eso, a los niños pequeños, hay que educarles desde el principio para evitar mayores problemas después. Todo dependerá de los padres, de cómo abordar el tema y hacerles partícipes en ello.
Muchos de los problemas que los niños tienen mientras duermen están relacionados con hábitos irregulares de dormir o con la ansiedad de irse a la cama y quedarse dormidos.
Aquí tenéis unas sugerencias sobre cómo ayudar al niño a que se duerma:

-          Establecer una rutina que incluya un período de tranquilidad antes de la hora de dormir.
-          Establecer un horario para dormir todos los días, ayudará al niño a mantener una rutina. Tener rituales para dormir son maneras efectivas para empezar a formar los buenos hábitos.
-          Evitar o reducir al mínimo el acceso a la televisión o a los videojuegos antes de dormir. El momento más aconsejable para ver la tele es entre las seis y las siete de la tarde, antes de iniciar las rutinas de baño, cena y sueño.
-          Permitir al niño, si así lo desea él, que lleve un juguete, un osito, o su manta favorita a la cama. Es conveniente que en su cuna tenga móviles, peluches y otros objetos que no supongan riesgo y que sirvan de vínculo para dormirse nuevamente si tiene despertares prolongados.
-          Controlar que la temperatura en la habitación sea agradable y que la ropa sea cómoda.
-          Evitar dormirse con el niño. Le hará más difícil acostumbrarse a dormir solo.
-          No acudir cada vez que el niño llama o se queja. Si es así, le estará acostumbrando a llamar sin necesidad. Debes estar atento siempre y acudir solo cuando haya signos de problemas reales como las pesadillas, el sonambulismo, etc.
-          Una vez que se coloca en su cuna se debe despedir del niño brevemente y con absoluta normalidad.
-          No se preocupe si su niño de pocos meses se queda dormido tras la toma. Acuéstele con normalidad, es casi seguro que no tendrá trastornos del sueño por esta causa.
-          Ante todo, estar muy seguros y convencidos de que lo que hacéis es lo mejor para vuestro hijo.

Edad
Duración del sueño
Patrón del sueño
Alteraciones del sueño

0-3 meses


16-20 horas


Igual cantidad de sueño nocturno que diurno.

Cólicos.
Apneas
.



12 meses


13-14 horas


Entre el 70-80 % de los niños duermen durante la noche a los 9 meses.
Desaparece la siesta de después del desayuno.

Angustia por separación (no se quieren quedar solos a la hora de dormir).
Despertares nocturnos.
Trastornos de movimientos rítmicos (cabeceos y balanceos)
Pesadillas.


3 años


12-14 horas de sueño.


Una siesta al día de 1 a 3 horas de duración.


Los despertares nocturnos frecuentemente desaparecen. Asociaciones del inicio del sueño con estímulos condicionantes.
Problemas para establecer los límites del sueño.
Resistencias para ir a la cama.
Pesadillas.


Nuestra mente no para aunque estemos durmiendo. Durante el sueño, continuamos organizando informaciones, asimilando imágenes, recuerdos y pensamientos, en nuestra memoria. En el sueño no hay límites de conciencia. Tanto podemos encontrar la solución a algún problema o una vía de escape a una situación difícil.

En el caso de los niños esos problemas pueden estar relacionados, en su mayoría, con los hábitos irregulares de dormir o con la ansiedad de irse a la cama y quedarse dormidos. En su primera etapa de desarrollo infantil, la hora de acostarse representa la hora de la separación. Y es cuando aparecen los problemas durante el sueño. Los más frecuentes son:

6.1     INSOMNIO INFANTIL

En el 98% de los casos el insomnio infantil tiene su origen en un hábito mal adquirido.
Características clínicas del insomnio infantil:

·    Dificultad para iniciar el sueño solo.
·    Múltiples despertares nocturnos.
·    Sueño superficial (cualquier ruido lo despierta).
·    Duermen menos horas de lo habitual para su edad.
El insomnio infantil es la alteración del sueño más común en la primera infancia, está presente en el 35% de los niños menores de cuatro años, y alteran notablemente la vida familiar, se traduce en niños irritables, inseguros, pataletas, y padres agotados y nerviosos temiendo el momento de mandar al niño a la cama.
Para atajar este problema es necesaria una reeducación del sueño, teniendo en cuenta todas las pautas citadas anteriormente y no cediendo a las demandas del niño.

6.2     LOS TERRORES NOCTURNOS

Los terrores nocturnos afectan a un 3% de los niños, suelen aparecer alrededor de los dos o tres años.
Se producen en la primera mitad de la noche, asociados a un sueño muy profundo.
Se caracterizan porque el niño grita inconsolablemente y parece aterrorizado y confuso. El episodio puede durar de 1 a 10 minutos, y una vez finalizado el niño se duerme inmediatamente. Sin embargo, los padres suelen permanecer despiertos y asustados. Pero no hay que angustiarse. Este fenómeno es muy habitual y no indica necesariamente un problema emocional. Los terrores nocturnos pueden ser desencadenados por fiebre, falta de sueño y medicamentos que actúen a nivel del sistema nervioso central.
Al terminar el episodio el niño se duerme fácilmente (en realidad no está despierto durante el fenómeno) y no recuerda nada al día siguiente. Si se trata de episodios aislados este trastorno no requiere ningún tratamiento especial.
¿Qué hacer? no se recomienda que intentéis despertarle porque está profundamente dormido. Podéis encender las luces para que esté menos confundido por las sombras. Haced comentarios que le tranquilicen. Podéis abrazarle si esto parece ayudarle a que se sienta mejor. Quedaos junto a él para vigilar que no se caiga si se mueve, pero nada más, solo esperar a que se le pase intentando mantener la calma.
Importante: si acudís y deja de llorar no se trata de un terror nocturno.

6.3     LAS PESADILLAS

Es muy frecuente que aparezcan en el niño desde edades muy tempranas, las pesadillas ocasionales son normales en todas las edades después de los 6 meses de edad.
Las pesadillas suelen relacionarse con las etapas de desarrollo del niño: los niños que empiezan a caminar suelen soñar con la separación de sus padres; los niños en edad preescolar pueden soñar con monstruos o la oscuridad; los niños en edad escolar pueden soñar con la muerte o peligros reales.

Las pesadillas normalmente se producen durante la tercera y última parte del sueño.
El niño que tiene una pesadilla sí que se despierta completamente, recuerda su sueño y le cuesta volver a dormirse a causa del miedo. A diferencia de lo que ocurre en los terrores nocturnos, en las pesadillas el niño necesita que le tranquilicen y le den seguridad.
Hay que dejar al niño que explique su sueño. Puede ser más difícil que el niño más pequeño diferencie entre sueño y realidad, pues para él “el mundo de los monstruos” puede existir tan vívidamente como el mundo real. Para el niño pequeño los padres son “mágicos”, y tienen la capacidad de acabar con los seres más amenazadores.
No es fácil discriminar los estímulos que pueden hacer que el niño tenga pesadillas, generalmente suelen ser niños sensibles a los cambios y a los acontecimientos vividos durante el día. Puede ser un cambio de residencia o un cambio de colegio, es muy habitual la aparición ante la separación de los padres, o por cambios de residencia los fines de semana... sucesos que provocan en el niño inseguridades que se reflejaran en el sueño.

6.3.1     QUÉ HACER?

Prevención: Los padres debéis estar atentos a lo que ven los niños en la tele, especialmente antes de la hora de irse a dormir. No permitáis que el niño vea o escuche películas o programas de televisión de terror. Durante la rutina de irse a la cama, podéis hablarle de cosas divertidas y felices.
Estar preparados para atenderles: Como las pesadillas no se pueden evitar y no avisan cuando vienen, debéis estar seguros de oír a vuestros hijos por si lloran durante la noche y atenderles lo antes posible pues después de una pesadilla necesitan de ayuda y consuelo.
Tranquilizar al niño: Tranquilice, consuele y abrace a su hijo. Los niños deben sentirse protegidos. Habladle con voz calmada y confortante y que sepan que os quedaréis con él un ratito, pero que debe volver a dormirse. Podéis darle una "manta de seguridad" o un juguete de consuelo.
Quedarse con el niño: En estos casos es mejor quedarse con él hasta que se haya calmado y vuelva a dormir.
Mantener la calma: Aunque sea desconcertante para vosotros el ser despertados súbitamente por gritos y el llanto de vuestro hijo, hay que mantener la calma. Los niños notarán si los padres se encuentran nerviosos. Y no les servirá de nada. Solo los padres calmados podrán ayudar a sus hijos.
Charlar acerca de la pesadilla: Ayudad al niño a hablar sobre las pesadillas durante el día. Podéis ayudarle a que invente un final feliz para el sueño.

6.3.2     QUE NO SE DEBE HACER

No lo lleve a su cama. Y tampoco se suba a su cama. Esto puede dar a los niños la impresión de que deben temer a sus propias camas y crearles malos hábitos.

6.4     SONAMBULISMO

El niño sonámbulo se levanta de su cama y estando dormido hace actividades que pueden ser habituales. La edad más frecuente de aparición es entre los 4 y 8 años y se resuelve espontáneamente en la adolescencia.
Suele producirse durante las tres primeras horas de sueño.
¿Qué hacer? Es una alteración benigna y aunque no es tan peligrosa como suele creerse sí deberéis adoptar medidas de seguridad para evitar cualquier accidente fortuito.
Intentad reconducirlo a la cama sin despertarlo para no aturdirle. Una vez acostado dejarlo tranquilo.

6.5     BRUXISMO

Consiste en el rechinar de dientes durante el sueño. En ocasiones hay que consultar a un ortodoncista para que evite el desgaste de las piezas dentales, tal vez deba utilizar una prótesis para las noches.  No conlleva más problemas, suele desaparecer.

6.6     SOMNOLOQUIA

Se trata de la emisión de palabras durante el sueño. No constituye ningún problema y no requiere tratamiento.

6.7     SÍNDROME DE APNEA OBSTRUCTIVA DEL SUEÑO

Las características de los niños con apneas (pausas respiratorias prolongadas) obstructivas del sueño son: Pausas en su respiración, mayores de 6 segundos en niños pequeños y mayores de 10 segundos en niños mayores y adolescentes. Ronquidos intensos. Respiración con la boca abierta
Es muy común la presencia de amígdalas y vegetaciones aumentadas de tamaño.
Es un problema grave que requiere estudio en una Unidad de Sueño. Siempre que se sospeche esta situación se debe consultar al pediatra, siendo recomendable grabar en vídeo el sueño del niño. El tratamiento suele ser quirúrgico (extirpación de amígdalas y vegetaciones).
hay que tener en cuenta que el 10% de los niños roncan, y  si vuestro hijo lo hace de manera persistente, y sobre todo si notáis que durante el sueño respira por la boca y con cierta dificultad, es conveniente que consultéis con un especialista,.

7.          CONCLUSIÓN

A debate
Si el niño se despierta y llora, los padres se levantan y comprueban que no le pasa nada, tiene el pañal limpio, no tiene hambre ni sed, tampoco está asustado por una pesadilla o un terror nocturno, pero sigue llorando...
Unos abogaran por ignorar el lloro y otros por satisfacer las demandas de afecto que parece expresar el llanto del niño. ¿Ventajas e inconvenientes de cada opción? A unos les preocupa que el niño aprenda que con el llanto puede manipular y manejar a sus padres y a otros las repercusiones emocionales y psicológicas que puede acarrear el hecho de que el niño “llore solo”, de no satisfacer sus deseos de afecto. ¿Quién tiene razón?.
Como en muchas ocasiones, en el término medio está la virtud. Con un poco de práctica y sentido común se puede aprender a distinguir qué demanda el niño, y en función de la situación, así actuarán los padres: unas veces habrá que ignorarle, y en otras ocasiones llenarle de besos.