¿Cómo debo manejar esta situación después del parto?
- Dedícate exclusivamente a él en su primera visita: Después del nacimiento trata de que sea uno de los primeros en visitarte y dedícate exclusivamente a él en su primer visita. Es muy buena idea tener preparado algún regalo traído por el nuevo bebé para su hermanito mayor.
- No modifiques su rutina diaria: Conviene no cambiarle la rutina diaria y si hay que hacer algún cambio en la casa para acomodar al recién nacido, conviene hacerlo con mucha anticipación y con su ayuda, para minimizar confusiones.
- Pídele que te ayude a cuidar al bebé: Ya de vuelta en casa, trata en lo posible y dependiendo de su edad, que coopere en todo lo posible, que guarde los pañales, que te ayude a vestirlo, durante el baño, o que meza la cuna para dormirlo.
- Dar relevancia al hecho de que él es el mayor y que por ello goza de unas responsabilidades y unas ventajas mayores respecto al recién nacido, sin provocar, que el niño crezca demasiado deprisa ni pretender que se acostumbre de inmediato a la nueva situación.
- Mantener sus espacios y respetar sus lugares y pertenencias.
- Enseñarle canciones de cuna para dormir al bebé: Es buena idea que le enseñes canciones para dormirlo, las mismas que tú le cantabas a él cuando era niño.
- No fuerces situaciones que él no desee: En los casos en que lo ignore por completo, no fuerces la situación, cuando él lo crea conveniente se acercará solito.
- Dedícale todo el tiempo posible cuando no tengas que cuidar a tu bebé: Cuando el bebé esté durmiendo pasa todo el tiempo posible con él y que el padre lo atienda mientras tu alimentas o bañas al bebé, de forma que el niño sienta que tiene a uno de sus padres con el 100% de su atención exclusivamente para él. Reservar un tiempo del día para sentaros con él tranquilamente y hablar de sus cosas. Hay que demostrarle que tiene toda nuestra atención.
- No lo apartes bruscamente cuando atiendas al nuevo bebé.
- No permitir el comportamiento caprichoso; los padres deben seguir tratando al niño del mismo modo que lo hacían cuando se portaban mal, en este momento también hay que hacerlo. Mantener unos límites claros.
Por otra parte, hay una cierta tendencia de algunos padres a intentar evitar el contacto directo con el nuevo hijo delante del hermano mayor para evitar que éste último sienta celos o se ponga triste. Esto es un grave error: disimular las demostraciones de afecto hacia el recién nacido delante genera contradicciones en el resto de los hijos y puede resultar contraproducente. La idea es que los padres puedan demostrar que tienen mucho amor para dar y que se quiere a todos los hijos por igual, sin favoritismos.
- Una vez al día, los padres deben tratar de compartir alguna actividad con el hijo o los hijos mayores: la ida a la cama, al jardín, un paseo por el parque, un cuento, etc. Esto les hará sentir que no perdieron todos los espacios con la madre y que es una cuestión de tiempo recuperar prácticamente todos, aunque algunos ya serán siempre con el hermano.
- El papá suele ser el aliado por excelencia del hijo mayor. Esto significa que el padre puede comenzar a incentivar al niño a iniciar alguna actividad juntos –jugar a la pelota, leer, tomar la leche, visitar a los abuelos, etc.-, ahora que la madre está tan ocupada y ambos tienen tiempo libre.
- Es bueno dejar que el niño toque al bebé y lo acaricie desde sus primeros días. No hay que ser sobreprotectores con el nuevo bebé.
A pesar de todo, los padres deben estar preparados para que su hijo sienta celos, hasta que se acostumbre a la nueva situación. Una vez que el niño supere las dificultades de la nueva etapa, se verá enriquecido por la nueva experiencia. La relación que establezca con su hermano le ayudará en la relación con otros niños.
Los celos son normales
Los celos son una manifestación emocional que se traduce en conductas absolutamente normales y esperables en el niño pequeño ante la llegada de un nuevo hermanito. Basta con ponerse en el lugar del niño que hasta ese momento ha recibido todo el afecto y la atención de sus padres con exclusividad. De repente, sus padres dejan de prestarle toda la atención… y el niño llega a creer firmemente que ha perdido el amor de sus padres.
El niño encuentra lógico (porque percibe una relación causa-efecto), que el nuevo hermanito le ha apartado del cariño de sus padres, que se ha convertido en un rival (sobre todo si ambos hermanos son del mismo sexo). Si a esto le sumamos las tendencias egocéntricas del niño pequeño, también absolutamente normales, y sus limitaciones para manejar este tipo de emociones complejas, el cóctel está servido.
Otro momento difícil llega curiosamente en el momento en que el hermano pequeño empieza a sostenerse en pie: como si el bebé, aceptado como un juguete no competitivo, se convirtiera en un rival peligroso una vez que pone los pies en el suelo. Una conducta y una palabras oportuna acentúan en este momento la diferencia entre las actividades del mayor y la poca habilidad del que, a pesar de todo, sigue siendo solo un bebé. A veces el hermano pequeño no se convierte en un rival y las perturbaciones aparecen hasta más tarde, cuando cobra su autonomía.
Hay que tener mucho cuidado de no hacer distinciones en el tiempo que se dedica a uno y otro hijo y en la atención que se les da, aunque la forma de dar cuidados y protección sea diferente, muchas veces se escucha a padres que dicen a los hijos “es que en estos momentos tu hermano me necesita más”, hay que evitar decir esto, ya que el niño observará que si uno es menos autónomo, si no puede comer por si solo, si no controla esfínteres, etc., mamá está más tiempo con él.
Así, la solución para obtener mayor atención es muy sencilla: tendrá una regresión a actividades que ya tenía controladas, como el control de esfínteres, para que mamá lo cuide a él igual que al hermano pequeño. Todos necesitamos del cuidado de nuestros padres siempre, independientemente de la edad que se tenga y de lo independiente que se sea.