martes, 21 de diciembre de 2010

La llegada de un hermanito (parte 1)

¿Cómo debo manejar esta situación durante el embarazo?


-          Elige el momento adecuado para informarle de su nuevo hermanito: Durante el embarazo, la forma de explicarle la llegada de un hermanito va a depender de su edad y grado de maduración. El momento de comentarlo también será una decisión personal, muchos prefieren informarlo desde el momento que se enteran del embarazo y otros, más precavidos esperan finalizar el primer trimestre.

-          Explicarle qué es lo que va a suceder “adaptándonos a su nivel” de comprensión y a su visión de la realidad le explicaremos algunas de las consecuencias directas que va a tener la llegada de un nuevo hermanito sobre su vida, tanto las positivas, como las “negativas”: cambio de cuarto, compartir las cosas, ayudar a mamá y a papá, tener nuevos juguetes, hacer de hermano mayor…

-          Explícale claramente todas las inquietudes que tenga: Las preguntas de curiosidad de en qué consiste un embarazo deberán explicarse de acuerdo a la edad y maduración del niño, pero nunca menosprecies sus inquietudes acerca de cómo se desarrolla el bebé intraútero, tratando de buscar los términos que el pueda comprender.

-           Lo ideal sería poder preparar al mayor (a partir de los dos años es capaz de entender) para comprender los cambios que van a modificar tu cuerpo durante el embarazo  y explicarle, recurriendo a sus viejas fotografías o a ejemplos concretos de niños recién nacidos, quién es el objeto de una espera tan intensa, qué representará para él y con qué función se introducirá en su vida.

-          Relaciona el momento del nacimiento con eventos futuros: Para los más pequeños la idea de tener que esperar nueve meses para poder verlo a veces es muy difícil de comprender, es preferible relacionar el momento del nacimiento con las estaciones del año. Por ejemplo: Nacerá en la época de la Navidad, cuando llegue Papá Noel, o cuando haga mucho frío y no podamos salir a pasear todos los días.

-          Explícale el mundo de los recién nacidos: Si al niño le interesa saber más sobre recién nacidos, inventa juegos relacionados con ellos o cuéntale cuentos de bebés, muéstrale fotos de cuando el era un bebé, y llévalo a visitar amigos o parientes que tengan un recién nacido en casa, para que vea cómo se alimentan y cuánto duermen en los primeros meses.

-          Hacer los cambios necesarios en la casa antes de que nazca, de manera que el niño pueda colaborar y participar en ellos, reforzándole cuando lo haga: preparar las cosas para el bebé, ordenar los armarios, cambios en la habitación, etc…

-          Si el niño necesita ser cambiado de habitación, lo haremos meses antes ya que así no asociará el cambio a la llegada del bebé y no le culpará. Nos ocuparemos de poner una habitación nueva, bonita y atrayente para que el cambio no le resulte un trauma o se niegue. Compraremos pósters de sus héroes favoritos y un nuevo edredón, así sentirá que él también se beneficia de su nuevo hermano.

-          Aprovechar para hablarle al niño de la etapa en la que él fue un bebé, y cómo durmió en la misma cunita, y como mamá y papá prepararon las cosas con tanta ilusión para él como ahora hacen para su hermanito. Podemos enseñarles fotos de cuando era bebé y su ropa, para que se identifique y entienda que él también fue pequeño un día.
 Recordar y compartir anécdotas de su nacimiento y primeros meses; advertir sus logros y crecimientos puede ayudarlos a seguir construyendo su propio espacio en la estructura familiar. A los niños les gusta confirmar que fueron tan queridos y se les dio tanta atención como ahora a su hermanito.

-          Pregúntale qué es lo que espera de su hermanito: Muchas veces piensan que a partir del momento de nacer será su compañero de juegos y se desilusionan al verlo dormir durante 20 horas al día.
Todos los padres explican a sus hijos que tener un hermanito pequeño es más divertido, que hace mucha compañía, que se puede jugar con él…
Pero al niño de cuatro años que busca la satisfacción inmediata de sus deseos le costará imaginar cómo ese bebé que sólo come y duerme, puede convertirse en un compañero de juegos. Aprovecha cualquier oportunidad lúdica en la que puedan participar los dos hermanos para favorecer las interacciones.
En muchos de los juegos que realizan los adultos con el bebé pequeño, se puede dar cabida al hermano mayor: por ejemplo contando cuentos en los que aparezcan dos hermanos; o facilitando que el hermano mayor haga algún regalo al pequeño cuando necesitéis comprar algo para éste.

-           Explícale con anticipación quién lo cuidará el día del parto: Como los bebés nunca nacen cuando uno los espera, es importante que tu hijo sepa de antemano quién estará con él el día que tengas que internarte para el parto. Es una de las preguntas más frecuentes la de saber quién los cuidará durante tu internación.

-          No conviene abusar del empleo de terceras personas para cuidar al hermano mayor, justo en este momento lo interpretará como un abandono (cuando haya hermanos mayores esta sensación de desapego será menor).

-          Por último lo más obvio y lo más complicado: evitar que toda vuestra vida gire en torno a la llegada del nuevo hermanito.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Besos y mordiscos

Las emociones nos mueven para facilitarnos la vida. El miedo nos hace alejar de lo que tememos o nos ayuda a prepararnos y a estar alerta frente a una situación peligrosa. El enojo es la emoción que tenemos cuando nos sentimos frustrados, cuando creemos que se han traspasado nuestros límites. El enojo nos lleva a agredir para defendernos. Aquel comportamiento agresivo que fue tan útil a nuestros antepasados para defenderse de los ataques de los depredadores, ahora no nos permite socializarnos. A lo largo de los años hemos desarrollado otras respuestas alternativas: decimos no, marchamos, nos quejamos... Para aprender no obstante, necesitamos tiempo, un entorno que nos enseñe y una maduración de nuestro sistema nervioso.

Mientras pasa todo esto en nuestros cerebros, curso tras curso y en todas las escuelas infantiles, alrededor del año, los niños muerden, de hecho muerden, comen con las manos o torpemente con la cuchara y hacen pipí en los pañales. Cuando hayan aprendido otras habilidades ya las pondrán en práctica, pero mientras no sea así, las educadoras se verán en la difícil situación de explicar a aquel padre o madre qué ha sido el mordisco escandaloso que se ha marcado en la cara del niño. O bien comentar a unos padres, empujadas a medias por la presión de los padres que su hijo o su hija hace unos días que muerde.

Ellas saben muy bien qué hacer. Conocen a la perfección los mecanismos de aprendizaje de sus niños. Algunas dirán "No" con tono afectivo pero decidido, y apartarán al niño hacia otro lugar. Otras le explicarán que eso duele. O quizás le apartarán sin mirarlo directamente y evitarán así el intento de llamar la atención tenga éxito. Le enseñarán a reclamarla de otra manera. En muchos casos podrán evitarlo distrayéndolo con canciones o juegos. En alguna escuela se habrán preocupado de disponer de aquellos objetos que permitirán descargar la tensión acumulada por todo lo que vive tan intensamente. En muchos equipos las maestras se tranquilizarán compartiéndolo con las compañeras y después observarán, como por arte de magia, que este "ansiólitico" también tiene un efecto sobre la conducta del niño. Y así con el esfuerzo y la dedicación día a día, los niños que mordían mucho, cuando llegue el cuerso siguiente, habrán cambiado el mordisco por un todavía torpe "¡es mío!". Aún les queda mucho por aprender.

Muchas familias seguirán con más o menos conocimientos o intuición estos pasos y, si todo va como debe, transcurridos unos años encontraremos un adulto maduro emocionalmente reclamando de forma asertiva (educada pero decidida) lo que cree que le corresponde. Si no es así, formará parte de los miles de adultos inmaduros con los que cuenta nuestra "avanzada sociedad" esperando que el mundo gire a su alrededor.
Un mordisco en la mejilla o en el brazo de un hijo genera emociones de todo tipo: pena, rabia, miedo... Es normal y adaptativo. Pero lo que hagamos con estas emociones también servirá de modelo a nuestro hijo. He visto más de un padre reaccionando violentamente ante un hijo que jugaba con una pistola ¿Quién aprende de qué?

Todo esto las educadoras lo saben y, con paciencia, siguen su trabajo día tras día. No obstante, al otro lado de la puerta, el padre o la madre seguirá reclamando más vigilancia (¿guardias de seguridad?), que aparten a los "agresivos" (¿los mandamos al psicólogo?) o qu aíslen a las víctimas para evitar nuevos ataques (¿vitrinas de cristal?).

Socializarse quiere decir estar en contacto con virus, tener que esperar que sea tu turno para comer, dormir con otros ruidos, tener la posibilidad de recibir un mordisco...Pero también quiere decir tener un buen sistema inmunitario, saber esperar, tolerar, compartir, afrontar frustraciones y desarrollar los mecanismos emocionales necesarios para sobrevivir en nuestro mundo actual donde los depredadores tienen nombre de persona.

sábado, 18 de diciembre de 2010

La infancia de tu hijo es un tiempo único

Dale la oportunidad de correr, tocar, ver, explorar, probar,oír y sobre todo aprender.
Confía en las educadoras. Habla con ellas de tus dudas, pero deja que tu hijo viva intensamente esta etapa tan importante.
Comparte alegrías. Dale seguridad. Queremos colaborar para que tu hijo pueda:
- Desarrollar la inteligencia a través del juego
- Intensificar la capacidad de asombro, de maravillarse hasta con las cosas mas simples
- Aumentar su interés por explorar, descubrir, conocer, experimentar, resolver.
- Ser independiente, estar seguro de sí mismo, ser capaz de convivir con otras personas en armonía
- Madurar emocionalmente y aprender a aceptar que los demás, como él, también tienen derechos y deberes.
Siempre mediante actividades, música y juegos, con afecto paciencia y comprensión.
Ayúdalo a descubrir que no desapareces para siempre. vete tranquila/o.
Si llora alguien lo va a consolar. Tu hijo es una persona a la que hay que respetar.
Queremos compartir contigo el aprendizaje del respeto del diálogo, de la disciplina y de la solidaridad.
Disfruta de tu hijo y de este tiempo irrepetible. 
No te sientas culpable: si tu aceptas la separación, el también lo hará.
Son sólo unas horas y tú siempre serás lo más importante.
Escúchale atentamente cuando te hable. Y no te desanimes.
Permite que tu hijo crezca y crece tú con él.
Nosotros, al igual que tú, queremos lo mejor para él.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA PEQUEÑA ORUGA GLOTONA


Este es el mural que hicieron las familias para la representación de la actividad conjunta, quedó genial!!!

lunes, 13 de diciembre de 2010

Los niños necesitan límites ¿cómo educar en disciplina?

Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites, es lo más importante:

1. Debemos tener objetividad
Es frecuente oír de nosotros mismos y de otros padres expresiones como "Pórtate bien", "Sé bueno", o "no hagas eso" Las expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si hacemos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado dice a un niño exactamente lo que debe estar hecho. "Habla bajito en una biblioteca "; "Da de comer al perro ahora": "Agarra mi mano para cruzar la calle". Esta es una forma que puede aumentar substancialmente la relación de complicidad de su hijo.

2. Ofrezca opciones
En muchos casos podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada de decidir como cumplir sus "órdenes". La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: "Es la hora del baño. ¿Lo quieres tomar con la ducha o en la bañera llena?"; "Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje, o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de decir a un niño exactamente lo que hacer.

3. Sean firmes
En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Un límite firme dice a un niño que él debe parar con dicho comportamiento y obedecer a tus deseos inmediatamente. Por ejemplo: "Vete a tu habitación ahora" o "¡Para!, los juguetes no son para tirar". Los límites firmes son mejor aplicados con una voz segura, sin gritos, y una seria mirada en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: "¿Porqué no lleva tus juguetes fuera de aquí?"; "Debes hacer las tareas de la escuela ahora"; " Venga a casa ahora, ¿vale?" e "Yo realmente deseo que te limpies". Esos límites son apropiados para momentos cuando se quiere que el niño actúe en un cierto camino. De cualquier modo, para esas pocas obligaciones "debe estar hecho", serás mejor cómplice de su hijo si les aplica un firme comando. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.

4. Acentúa lo positivo
Los niños son más receptivos en "hacer" a lo que les ordenan. Directivas cómo el "no" o "pare" dicen a un niño que es inaceptable pero no explica qué comportamiento le gustaría en cambio. En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer ("No grite"). Padres autoritarios dan más órdenes "no", mientras los demás están propensos a aplicar el orden con el "hacer".

5. Se mantengan al margen
Cuándo decimos "quiero que te vayas a la cama ahora mismo", estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: "Son las 8, hora de acostarse" y le enseña el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.

6. Explica el porqué
Cuando una persona entiende el motivo de una regla, como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá mas animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño el porqué tiene que obedecer. Entendiendo la razón para el orden ayuda a los niños a que desarrollen valores internos de conducta o comportamiento- una conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifieste la razón en pocas palabras. Por ejemplo: "No muerdas a las personas. Eso les hará daño"; "Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos".

7. Sugiera una alternativa
Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intente indicar una alternativa aceptable. Por hacerlo sonará menos negativo y su hijo se sentirá menos desaventajado. De este modo, te empeñas en decir "no sé si te gustaría mi pintalabios, pero eso es para los labios y no para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel en cambio".

8. Sea seriamente consistente
Una regla puntual para una efectiva puesta del límite es evitar una regla repetitiva. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.

9. Desaprueba la conducta, no el niño
Es necesario que dejemos claro para nuestros hijos que nuestra desaprobación está relacionada a su comportamiento y no directamente a ellos. No les estamos rechazando. Lejos de decir "Niño malo" (desaprobación del niño). Deberíamos decir "No muerdas" (desaprobación de la conducta).

10. Controla las emociones
Los investigadores señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos a sus niños. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma, y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina es básicamente enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con eficacia si usted es extremamente emocional. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es llevar un minuto de calma uno mismo, y después preguntar con calma, "¿que sucedió aquí?". Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más expertos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.

http://www.guiainfantil.com/educacion/comportamiento/limites.htm

miércoles, 1 de diciembre de 2010

CARTA DE UN NIÑ@ A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO

No me grites. Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.

Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos.


Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí(aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.

Cuando te equivoques en algo, admítelo. Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.

No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor,seré yo quién sufra).

Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.

No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa posición.

Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando te cuente un problema no me digas:
"eso no tiene importancia..." porque para mí sí la tiene.

No me digas que haga algo que tú no haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

No me des todo lo que te pido. A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.

Quiéreme y dímelo A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo